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Adiós a un revolucionario cultural

ObituarioJuan Ros Cánovas

Adiós a un revolucionario cultural 1

Ante la inesperada noticia, la desolación invade el ‘sentío’, pues es tal el impacto que provoca que deja inerte cualquier intento de comprensión.

Era Juan –es y seguirá siéndolo– un auténtico guerrero cultural, revolucionario de las Artes, que utilizó todas las técnicas posibles en las disciplinas plásticas a las que recurrió para desarrollar sus proyectos, aunque es bien conocida su predilección por la pintura y la ilustración, asignatura de la que era tutor en el instituto de Torre Pacheco, premiado en el certamen Rendibú 2016 del diario LA VERDAD por su digital art ‘El jinete eléctrico’. Un sabio joven, enredado entre su iPad y el lienzo blanco. Ilustrador gráfico desde su más temprana juventud, estudió Bellas Artes en Valencia, donde se licenció, y aprobó la oposición de enseñanzas medias para dedicarse a la enseñanza de las artes del dibujo. También fue parte fundamental de la movida ochentera de nuestra región, pues dirigió alguno de los garitos más cañeros de La Manga.

Pintor atípico

Nacido en el campo de Torre Pacheco, Juan se fue y regresó a su tierra para continuar con la docencia y su actividad como pintor, un pintor atípico que retrataba o disimulaba una realidad bajo sus pies, donde los personajes crecían entre sus cuadros, ya fueran grandes estrellas del cinema o artistas de todo orden. Así podréis entender un poco mejor el desorden utópico de sus exposiciones, donde todo se entremezclaba bajo un inexistente guión, solo colorines, gestos y muecas.

Su obra plástica es inmensa: desde ilustraciones en zapatillas o bolsos hasta puertas de cuarto de baño; cuadros de todos los formatos y estilos varios, como la serie ‘La niña del Trasvase’ y los personajes malvados que han contaminado el Mar Menor, el estiloso Visconti, navajero de sonrisa media y faca abierta en la mano, o las portadas de discos o camisetas. Ningún soporte se le resistía.

Además, su querencia por lo musical le llevó a formar el grupo de corridos-punk Malezas, del que era compositor y cantante, una banda irreverente de cuates liderada por un charro mejicano y ‘ofresío’ en el amor. Todo un despropósito.

Fue su cuerpo el que se rindió por agotamiento: nunca dejó de crear ni estando en reposo por sus males en su refugio de La Hortichuela, su alfa y omega, el lugar donde su madre le trajo al mundo y donde el mundo lo devolvió para que continuara con la labor que el Arte le confirió cuando vio la luz. La pintura pierde a un gran discípulo, sus alumnos a un profesor aplicado y exigente, su hijo a un padre feliz, sus padres a un hijo amoroso, su familia a un componente insustituible y sus amigos y amigas al amigo que les alegró sus vidas.

Te echaremos de menos.

Descansa en Paz, Juan Ros.

JESUS  MARIA  OTAEGUI  RUIZ  DE  AZUA
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