Mateo García Martínez falleció el pasado sábado a la edad de 97 años. Siempre será recordado en la comarca del Bajo Guadalentín por su legado gráfico e histórico. Nació en la calle Larga de Alhama de Murcia en el año 1925, su padre era conocido como Paco ‘El Alpargatero’, ya que fabricaba aquellas alpargatas de antaño, oficio que le llevó hasta Totana cuando Mateo aún era todavía un adolescente.
En esa ciudad vecina pasó el resto de su vida, aunque fue un viajero incansable por todo el mundo. En Totana dirigió su propia academia de enseñanza. Una de sus grandes aficiones fue la del coleccionismo, él mismo aseguraba que aquel pasatiempo le venía de cuando era niño y buscaba los cromos que aparecían en las tabletas de chocolate. Ese ‘hobby’ convirtió su casa en un auténtico museo.
Muchas de sus colecciones, como las de fotografías, las donó en vida, precisamente, a los ayuntamientos de Alhama y Totana. Realizó el servicio militar en Granada, durante el cual se licenció en Radiotelegrafía.
Tras dejar la docencia por carecer de la titulación de maestro, se inició en el mundo del periodismo, siendo corresponsal en numerosos medios de comunicación, como fueron LA VERDAD, ‘Línea’, ‘Información’ de Alicante, la agencia EFE y colaborador habitual de Radio Nacional de España.
Una veintena de libros
A lo largo de su trayectoria, escribió un total de veinte libros dedicados a la historia local, en su gran mayoría con fotos y artículos de prensa de Alhama, Totana, Mazarrón, Aledo y Librilla, de donde era corresponsal. Igualmente, contaba Mateo que sus crónicas de prensa las realizaba a través de la línea telefónica, o bien las enviaba a la redacción con el coche de línea.
Ejerció como cronista oficial de Totana, siendo en la actualidad el cronista emérito de la ciudad, que le nombró Hijo Adoptivo en 2009. Tanto en Totana como Alhama de Murcia y Puerto de Mazarrón le dedicaron su nombre a una calle.
Recordaba siempre con gran lujo de detalles el pasado de cada localidad. A su figura, el actual cronista de Totana, Juan Cánovas Mulero, se refería como «el autor de una serie de relatos vibrantes» con los que dejó un gran legado gráfico, considerados como de «gran trascendencia para conocer el pasado».
